miércoles, julio 04, 2007

Cansancio

Lo primero, agradeceros a todos vuestro apoyo y buenas intenciones. Lo segundo, poneros al día de que _o mucho me equivoco_ o voy directa al desastre.

Mi jefe no parece saber qué hacer conmigo, habida cuenta de que voy de puesto en puesto y tiro porque me toca sin que me dé tiempo a asentarme en ninguna parte, sin explicaciones y con el argumento siempre de que no tengo “capacidad para aguantar la presión”. Esto no me hace gracia porque la cosa no es para risas pero si algo me ha tocado comer a lo lado de mi vida, eso es presión. En fin, que no le gusto y no se sienta a hablar conmigo de mis circunstancias laborales.

Me queda un mes de contrato y ahí puede pasar cualquier cosa. Por de pronto, he suspendido la búsqueda de piso, una búsqueda que es directamente proporcional al descenso de mis responsabilidades cada día que pasa.

Vivo en la angustia permanente de quedarme sin empleo en un mes, con mis hijos conmigo, sabiendo que en Galicia no hay manera de trabajar y que, habiendo sitio aquí, es más difícil sobrevivir buscando y manteniendo un piso con dos peques. Una pesadilla, vamos.

Hoy voy a hablar con mi jefe, que rehúye el tema (mala señal), pero el estress emocional que estoy pasando no me permite seguir así, al margen de cuestiones prácticas que hay que resolver.

No quiero volver a Santiago. Me gusta Madrid, me gusta mi nueva vida aquí y, además, allí he buscado durante años mi sitio y no lo hay. Pero seguir aquí sin trabajo, aunque sea para buscarlo, es una misión imposible. Un piso cuesta mucho dinero, dejar con alguien los niños, también y yo sigo haciendo movimientos de equilibrista en el alambre.

Triste es también que hayan logrado que me sienta incompente, irreciclable y bastante inútil. Siempre me las he apañado bien con todo lo que he tenido que ir haciendo, aunque me daban un margen _pequeño pero margen al fin_ para poder hacerme con la labor asignada. No sé si realmente estoy perdiendo capacidades o, simplemente, mi mala estrella no me abandona. O un poco de las dos cosas.

Ahora pienso en cómo reasignarme, en qué haré con mis niños de cara a Valencia, en qué haré con mi vida de cara a la fatiga que tengo ya de pelearme contra todos los elementos. Se me agota la paciencia y continúo sacando fuerzas de no sé dónde preparándome para lo peor.

Estoy cansada, muy cansada.