martes, enero 30, 2007

Nostalgia de tránsito

Estoy en fase de "decentización". No tengo muy claro si me gusta o no pero estoy en ese período, sin duda. Tengo una amiga que dice, por temporadas y con una gracia y seriedad encantadoras, que está "emputecida". Se refiere a que, en esta etapa, le gustan muchos y se lía con quien le parece, fruto de su proverbial desencanto ante a posibilidad de encontrar algún especímen para otros menesteres que los puramente sexuales.

Pues yo estoy en la fase contraria: decentizada ¡Maldita sea! No tengo ganas de sexo por sexo. Nunca he sido de eso, la verdad, pero sí pragmática, o sea, que no busco donde no hay y tampoco pretendo esperar a mi sapo cosiendo y pasando hambre.

De pronto, me ha dado por recordar los momentos en que sentía y me parecía ser correspondida. Al menos, sabía que era especial para quien estaba conmigo. No importa que no hubiese compromiso o durase más o menos. Éramos especiales. De pronto, estar con individuos que me pueden más o menos divertir o entretener _durante bastante tiempo no he esperado y es probable que no espere mucho más de ellos_ no me parece ni medio atrayente. No tengo ganas de ofrecerme a quien no sabe apreciarme. Me parece hasta mal para mí misma. Viejos ramalazos del orgullo del pasado.

Hace unos días, alguien me comentaba que veía Sexo en Nueva York y le recordaba a la protagonista. No es el primero que me lo dice. Ni la primera vez que yo lo pienso. De hecho, hay una entrada de este blog _"Estereotipos y realidades"_ en el que hago alusión a la serie y mi forma de entenderla. Mi propio compañero de piso, cuando la veíamos juntos, se giraba hacia mí, se reía en algún momento y exclamaba: "¡Pero Carrie!". Y eso que yo ejerzo de Samantha y es mi favorita. Pero, qué se le va a hacer, para mi desgracia soy una Carrie morena y sin dinero.

Quien hizo la referencia decía que le parecía semibueno ese parecido. Según sus palabras: "Sexy, inteligente... pero le da muchas vueltas a sus relaciones con los hombres, igual que tú". Qué curioso. En realidad, en la vida real no le doy ninguna. Si así fuese, ningún hombre me habría tocado en años. Porque desde luego, salvo alguna cosa bonita, en la mayoría de los casos si fuese la de otro tiempo, no permitiría ni que me rozasen. Muchas veces sería lo más propio pero mi espíritu práctico se aplica el "touch and go", por si mi sapo personal no aparece nunca (algo que considero de lo más probable).

En fin, ahora lo que sí me pasa es que, por las fechas o por echar una mirada a las estrellas fugaces, no quiero líos con quien no tenga algo que ofrecerme. La cruz de esta moneda es que, cuando conozco a alguien que a todas luces sí lo tiene, me asusta. Es la falta de costumbre y me paraliza el acercarme demasiado a alguien a quien puedo dañar si no cumplo/cumple las expectativas. Lo quiero todo y, claro está, no tengo nada. Quiero química a raudales, no puedo vivir sin pasión. Los hombres adecuados no me parecen apasionantes. De hecho, no conozco individuos apasionantes o no soy consciente de ello.

De lo que sí soy consciente es que me merezco mucho más que un tipejo que me eche un polvo de vez en cuando para presumir con sus amigotes, que tengo que cotizarme más, porque yo lo valgo, y que incluso Samantha sólo se tira a los mejores (por físico o por pasta, pero sólo a los mejores).

Y por aquí, Carrie, a falta de verdaderas sensaciones que echarse a la boca, mira nostálgicamente a su míster Big que pudo ser y no fue, y se aburre soberanamente de no encontrar a nadie que la vea.

Además de tocarla.

lunes, enero 29, 2007

Pataleta invernal

Me encuentro dolorida, como siempre que discuto. Como mi cuerpo es tan receptivo, para lo bueno y lo malo, cuando tengo bronca lo acuso físicamente. Éste es uno de los motivos por los que aborrezco la confrontación: dañina se mire por dónde se mire.

He discutido con el único que tiene la facultad de sacarme de quicio a día de hoy y de siempre, el abominable hombre de las nieves, como él se autocalifica. Mi ex, vamos. Que tengo que aguantar que me diga que someto a mis hijos a un vaivén porque no me ven todo el día. Ya no se acuerda de lo que es trabajar el tipo éste. Y cuando le recuerdo que deje de chulearme y que si se pone borde, lo mejor aplicar el convenio, me suelta que ME (no les) va a rebajar la pensión de los niños porque tiene tres hijos, el muy irresponsable. Se atreve a cuestionarme como madre porque resulta que tengo la osadía de trabajar y no me ven una o dos tardes a la semana. Según él, no me ven el pelo.

¡Dios, a veces le mataría! Luego suelta que NADIE HACE LO QUE HACE ÉL. O sea, ver los niños cuando le parece. Lo que no hace nadie es lo que hago yo, le aclaro. Va de superpapi porque ve a sus hijos. Tengo que recordarle que muchos padres besarían el suelo que piso si me tuviesen por ex porque le dejo a sus hijos todo el tiempo que quiere y más. Al final, se vuelve contra mí. Incluso aplicar el convenio es motivo de amenazas. El colmo. Me dice que yo no estoy dispuesta a hacer por mis hijos lo que pido. Porque quiere quedarse con ellos unos meses si yo le pago la pensión. Di que sí, lo importante son los niños y sacar tajada.

Clarito le he dejado que cuando luché por la pensión de mis hijos (la mierda de pensión, porque más fino no se puede decir) no se negociaba que yo me hiciese cargo de ellos si cobraba. Me los quedo y los saco adelante con o sin su maldita pensión. Pero no, yo tengo que emigrar, buscarme la vida, pagar las cosas que no son comida que para el tío este no existen y soy una mala madre porque no estoy todo el día con ellos y no le unto a él.

Hace mucho que no hablo de estas cosas y tenía el firme propósito de no hacerlo más. Pero mira, el valor terapéutico del blog es también la capacidad de echar espumarajos por la boca, desahogar y demás.

Estoy cansada de esta permanente tensión. Luego pliega velas, palabras bonitas y hasta la próxima. Lo malo de tener hijos con un hombre es que no te liberas de él jamás. Te pongas como te pongas, toda tu vida estará ahí, chuleando y haciéndose el importante.

De pena

sábado, enero 27, 2007

¿Dónde estás?

Un gesto tan simple como depilarme está lleno de sensualidad para mí. Cada día que mi piel está suave, limpia, escrupulosamente liberada de vello sobrante me parece desaprovechado. Me encuentro absolutamente consciente _aún más, si cabe_ de todas las necesidades y posibilidades de mi cuerpo. De cada rincón de mi anatomía libre de pelos, ansioso de ser tocado, besado, lamido, mordido. Me encuentro bella, deseosa de cubrirme de sedas, de caricias, de piel.

Amo los rituales. En este momento empleo horas en preparar nuestra cita mágica. Dejo que el agua acaricie mi piel, me deleita sentirla cálida, curiosa, indiscreta, impúdica, entrando sinuosa y sin permiso en todos mis secretos. Me cubro de cremas olorosas, untuosas, y pienso en el placer que sentirá y me dará tu mano que me acariciará luego, suave, jugosa, deslizante.

Me cubro de encajes, de blondas, de medias y tacones sin ponerme aún el vestido. Me observo y deseo tu deseo antes aún de ser vista, antes aún de comenzar. Paladeo el momento del encuentro recreando las ganas, los juegos, los invitadores hombros al descubierto. Hago del cabello otro aliado que me cosquillea en la espalda, en los senos y recreo su paseo por tu cuerpo, invitado de lujo a mi calor.

Pongo velas, invierto en aromas, en ambiente. Me perfumo, perfumo mis sábanas, perfumo el aire. Llegas, tus pupilas brillan, me piropeas, me hueles. Me acaricias por encima de la ropa, sin prisa aún hasta sentir mi latido loco, mi lengua urgente, mis manos que desabrochan tus ropas, que reclaman poseerte.

Me encanta desnudarte y que me desnudes sin prisa. Me encanta verte y que me mires. No me interesa la oscuridad cuando dos cuerpos se funden. Sé que te gusta observar mi cara cuando te beso, cuando hago de mi lengua tu juguete, cuando te pido que me uses y cuando lo haces. Y yo me vuelvo loca amando cada centímetro de tu piel, sin dejar nada de ti libre de mi boca, de mis manos, de mis pies, de mis ojos, de mi pelo, de mi sudor. Escucho y miro curiosa, morbosa, orgullosa, tu gesto contraído, tus gemidos, tu control perdido entre mis brazos. Has vendido tu alma al diablo por caer en mi embrujo. Pero Dios te perdona. Nos conoce, nos entiende.

Quiero ser pecaminosa, un poco mala, un poco dulce. Soy picante y tierna para ti. Soy dominante y absolutamente sumisa para tu uso y disfrute. Aún no hemos terminado de besarnos, de volvernos locos y ya estoy pensando en volver a hacerte mío. Cuando llega tu clímax te acaricio, te estrecho fuerte, que me sientas y no pierdas en ningún momento la noción de quién es aquella a la que te has entregado: Yo.

Mi piel está suave, ansiosa, todos mis poros te esperan.

¿Dónde estás?

viernes, enero 26, 2007

Ilusión y encajes

Hoy me siento bien. Parezco un anuncio de compresas ambulante. Sonrisa de oreja a oreja, bolsas de tiendas en la mano y encantada de haberme conocido. He presentado a la productora mi primer programa y ha pasado el filtro aunque aún me faltan cosas para considerarlo "mío" pero todo se andará. Total, que me han pagado la revista, AL FIN, ya no estoy en el paro aunque no me lo crea y espero empezar a ser un poquito solvente en breve y permitirme algún caprichito.

Esta mañana me he dado el de comprar ropa para mis niños, que ganas tenía yo y necesidad ellos. Quien no tenga hijos y no haya pasado un mal momento no se hace idea de lo frustrante que es no poder comprarles todo lo que necesitan en el momento justo y llevarlos día y noche hechos un brazo de mar. Así que he disfrutado como los pitufos y me he hecho una pequeña concesión a mí misma, llena de simbolismo, como todo en mí.

Hace ya tiempo que tengo ganas de renovar mi lencería. Ha sido mi pasión desde jovencísima. Cuando era una veinteañera y ni novio estable tenía _pero estaba enamorada hasta las trancas de una historia extraña que me duró varios años_ siempre invertía un dinero interesante en piezas íntimas de lujo.

Recuerdo un body de Dior que me costó diez mil de las antiguas pesetas y conjuntitos varios que eran un capricho a los ojos y al tacto. Los compraba sin saber cuándo tendría opción de lucirlos y los guardaba con deleite. Cuando el chico de mis sueños _qué hermoso era, un auténtico apolo, con aquella musculatura, sus ojos azulísimos, su pelo rubio y una cara tan bella que se agradecía que tuviese una nariz grande y viril para que no se convirtiese en una muñeca, de perfectas que eran sus facciones_ hacía su aparición estelar, yo era una verdadera ninfa por dentro y por fuera.

Estudiaba al detalle todas y cada una de las prendas, el maquillaje, el pelo. Los mejores cosméticos, la lencería más fina, la minifaldamás sugerente... Nada quedaba al azar. Qué buenos momentos, especialmente porque era de esa clase de hombres que sabían apreciar cada toque de sofisticación. Ninguna cosa le pasaba desapercibida.

Incluso cuando no había opciones de que fuese vista, siempre tenía mi pequeño arsenal de lujuria latente en un cajón lleno de cosas bellas. No importaba que no fuesen para todos los días, incluso para ninguno. Aún conservo esa sensación de placer reservando algunas de mis prendas sólo para momentos y/o personas muy especiales. Me encantan los rituales, me dan placer y endulzan la vida.

Abstracciones aparte, esto venía a cuento de que he empezado a renovar mi ropa interior. No a lo bestia como a mí me gustaría pero ya tengo unas cuantas cositas. Y me he hecho la promesa silenciosa de no quitarles las etiquetas hasta que esté segura de que quien las disfrute me obligue a quitárselas a las prendas y a él. Nada viejo para mi envoltorio nuevo. Todo fresco, oloroso, suave, elegante. Espero que no se pudran en el armario pero ése es mi deseo y tengo el pálpito de que lo haré realidad. No sé si en esta vida o en otras venideras pero tengo el día optimista y no me desanima nadie, nadie, nadie.

Y si no, seguirán ofreciéndome una promesa de lo que está por llegar cada vez que abra el cajón.

Que no me cabe duda que llegará

lunes, enero 22, 2007

Mujeres grandes, hombres pequeños

Este post me va a costar la crucifixión de muchos hombres que no leen más allá de lo que quieren entender, la comprensión de miles de mujeres y a mí un buen rato de soltar lastre a gusto. No se puede pedir más, todo el mundo tendrá su parte.

Hoy ha sido el día de las conversaciones de contenido, tanto subliminal como directo. Charlaba con un amigo sobre los hombres (cómo no). No sé demasiado bien cómo salió la conversación. Yo le decía, con la sinceridad que me caracteriza y que a veces tanto molesta, que era como todos _que lo es, claro_. Por supuesto, él, asegura que él es la excepción _como todos_ y que no que tiene el mismo discurso tan manido en sus relaciones con las mujeres. Está claro que estos chicos no escuchan el rollo que nos bajan a todas una y otra vez. Se darían cuenta de lo poco originales que resultan y de lo innecesario que es tanto aviso de loa a la libertad y advertencias varias de que no van a ser nuestros "novios", esos que, como él mismo asegura, "todas" buscamos _toma topicazo_. De hecho, hasta afirma que eso es lo que se trasluce en mi blog. Alucinante, pardiez.

Precisamente yo le comentaba que lo que me aburre mortalmente es el discurso monotemático, reiterativo, poco creíble del que casi todos los individuos del sexo contrario hacen bandera. Para empezar, pasma esa creencia, rayana en la vanidad, de que las mujeres buscamos pareja en cada lío que tenemos. Ni se les pasa por la cabeza que podamos estar ahí por lo mismo que ellos y aún por menos. Por sexo, por aburrimiento, por no hacer punto de cruz.

Que llegamos a bajar el listón porque, después de todo, para un revolcón no necesitamos que sean sensibles, inteligentes, ni siquiera tan atractivos como nuestro nivel de exigencia requiere. Encima, la mayoría de ellos tampoco son grandes amantes. Normalitos, con suerte. Existen excepciones y, como su propio nombre indica, son excepcionales. Además, como todos sabemos, el buen sexo rara vez es ocasional. Es la complicidad, la confianza y el cariño, si no puede ser amor, lo que convierte un acto meramente carnal en una experiencia digna de ser recordada.

Y por la tarde hablaba con mi más sabia amiga en líneas generales y una auténtica erudita en asuntos del corazón. Precisamente decía que, dado el bajísimo nivel a todos los efectos de los individuos que pululan por el mercado (es verdad, estoy generalizando para los picajosos. Sí, hay hombres maravillosos pero están pillados o viven en Tombuctú), las mujeres acabamos regalándonos. Una expresión acertadísima. Como bien señala, estamos tan faltas de sensaciones cálidas, de mimos, de bienestar emocional que acabamos "regalándonos" a cualquier imbécil que quiera tener novia. Así, los pocos que deciden emparejarse a estas alturas, consiguen con facilidad auténticos pedazos de mujeres a las que no les llegan ni a la suela de los zapatos. No porque ellos lo valgan, ni porque hayan tenido mucha suerte. Es que, cuando quieren una "novia", pues lo dicho, las estupendas mujeres que hay por ahí desaprovechadas a mares no se lo pueden ni creer. Así que se dan al cariño de tipos que, en otro tiempo y en otro lugar, ni podrían soñar con ellas.

Como dice mi amiga/gemela del otro lado del país, estamos aburridas de que individuos que no tienen ni la tercera parte de categoría intelectual, moral, física y afectiva que cualquiera de nosotras, nos digan que no nos vayamos a hacer la ilusión de ser sus parejas. Ni siquiera se dan cuenta de que ni muertos de ganas podrían ser las nuestras. De que tendrían que hacer unos méritos que no están al alcance de su inteligencia emocional.

Que nos acabamos conformando a largo plazo y sabiendo que no sólo no hay príncipes sino que tampoco hay hombres que tengan, al menos, la misma valía que nosotras. Me lo decía ella hoy y yo suscribo sus palabras una por una: Nunca en mi vida volveré a permitir que ningún imbécil me menosprecie vendiéndome su compañía como un favor, sus atenciones como una lotería, su cuerpo como si valiese algo más que un momento efímero de placer.

Parafraseándola, estamos hartas de tener que pedir perdón por tener alma y desear que nos quieran, como todo el mundo. Que decirlo esté mal visto, que tengamos que estar locas de contentas porque un cualquiera nos eche un polvo. Ni se dan cuenta, pobres, que el polvo se lo echamos nosotras, que el gran vacío lo sentimos nosotras y que, cada vez más, dan ganas de echarlos de un empujón fuera de la cama en cuanto cumplen sus funciones.

Sí, hoy me dan mucho asco los hombres en general. Y digo en general quizás porque he visto un soplo de aire fresco, una estrella fugaz con olor a valor, a ternura, a calidez.

Y me he acordado de que esos hombres existen. En algún lugar.

Bien lejos.

sábado, enero 20, 2007

Sirenas

Sirenas. Estoy viendo esa película por decimoquinta vez. Me fascina Cher. Ese personaje del largometraje (con el que tantas similitudes encuentro con mi vida actual) y la propia actriz. Una mujer dueña de su vida, cada año más bella, sin complejos ante las críticas por sus operaciones estéticas, que pasea guapos y jóvenes maromos, que no ha hecho una mala interpretación ni ha elegido un mal guión en su vida y que permanece diferente e indemne a los rigores externos.

Hoy es un día de esos en que percibo que todo cambia, que sigo en tránsito, que estoy de camino a otro lugar. Me he levantado de bastante mal humor. Hace sólo unos días escribía un texto lleno de melancolía ante la posibilidad de abandonar mis piedras, mi Santiago, mis amigos. Esta mañana he visto todo con meridiana claridad.

Amo esta ciudad, tengo grandes amigos que quiero y me quieren pero... estoy sola. Me fastidia profundamente que llegue mi dia de descanso y me dé cuenta de que todo el mundo tiene una vida de la que yo no participo. No participo porque ya no pertenezco a esa forma de vivir y porque no lo deseo tampoco. Mis amigas están emparejadas o casadas, criando niños, encerradas en sus casas, sin buscar espacio para el ocio, de la clase que sea. O su ocio es ir de parejitas, lugar donde yo no pinto nada. Repecto a las pocas amigas desparejadas que tengo, ellas son hijas de una generación de gente que no sabe lo que quiere, perdidas en su inseguridad y su apatía por mejorar una existencia que, de todos modos, repudian.

En medio de todo esto, estoy yo. Aquí, en tierra de nadie. No es verdad que este sea mi lugar, hoy lo sé. Por primera vez, no tengo un sólo motivo que me frene para elegir un futuro diferente. Puedo y debo volar hacia donde esté mi sitio, con gente con afanes como los míos, que no apuesten por un mundo tradicional. No quiero emparejarme para ser una maruja, no deseo vivir en pareja y cerrarme al exterior, no es mi afán descuidar los amigos.

Quiero sentirme en casa con personas que me dediquen su tiempo como yo les dedicaré el mío. Quiero reír y sentirme muy viva. Esto no se puede hacer en una ciudad bella pero gris, llena de hombres inseguros, de gente convencional. Ya no pertenezco a esto, si es que alguna vez pertenecí.

Ahora tengo dos ofertas de trabajo encima de la mesa. Madrid parece ir adelante, firmaré con la productora de aquí y esperaré la oferta de los primeros. Si es suficiente, con miedo a equivocarme incluido, me iré. A una ciudad mundana, llena de gente nueva, a una vida nueva. Nadie te garantiza que siendo conservador las cosas van a ir bien. Cada vez encuentro más razones para irme y menos para quedarme. Razones para sentir, para trabajar en algo que me apasione, para recuperar la ilusión en todos los ámbitos.

Como la Cher de Sirenas, necesito trasladarme, inquietarme, escurrirme hasta encontrar el verdadero hogar _dentro de mi ser y en gente más afín a la mariposa que pretendo llegar a ser_ en el que quiera quedarme. Mientras, haré como ella. Me disfrazaré de sirena y seguiré caminando.

Hasta que la vida me aclare que debo detenerme.

jueves, enero 18, 2007

Calor de invierno

Me acabo de fijar que he pasado la primera centena de posts. Coincide con mis incipientes coqueteos con el mundo de la televisión (no, no voy a salir en ningún sitio) y mi manifiesta inseguridad en los campos que me son desconocidos.

De pronto, la jerga que tan de memoria te sabías en prensa, trasladada a la televisión suena a chino básico. Es como llegar de última a un curso de inglés para mayores. Que me siento bastante estúpida a ratos. Asusta un poco la responsabilidad de que mi voz en off, tan manifiestamente usada para nada de nada a estos efectos en toda mi vida, pueda chafar un proyecto. Supongo que con cambiarme a mí se solucionaría porque, la verdad, no creo que sea una gran locutora (ni mediocre, vamos, mala de solemnidad).

Espero que sea como me cuentan mi prima (la experta) y el animoso montador y, según sus palabras, luego salgan como churros. Por ahora, me parece todo raro y curioso. Atractivo, claro, como todo lo novedoso, pero cuando hay dinero de por medio pocas cosas suenan a juego.

En fin, espero contaros en breve que lo hago con la gorra y que todo tira más o menos bien.

Por otro lado, hay quien parece interesado en hacerme saber cuán maravillosamente le va con la churri de turno, cuestión que a mí rara vez _por no decir ninguna_ me importa un pepino. Pero se ve que todavía existe quien cree que los celos mueven montañas. Tal vez así sea, para quien los padezca. Yo nunca he sido celosa. Cuando hay motivos, son cuernos y, cuando no, son una fuente inagotable de morbo.

Caso aparte son los conocidos o amigos en mayor o menor escala intentan hacerle creer a una que se está perdiendo algo mientras tontean con otras. A estas alturas del partido y con la autoestima bien arriba, aunque sea por necesidad, yo siempre pienso que los que se lo pierden son ellos. Y eso que no saco mi lado tierno casi nunca.

La verdad es que debería ser más gallega. Si me hiciese más melosita y aparentemente complaciente, seguro que caía más de uno. Pero a mí eso sólo me sale cuando es recíproco y, claro, esas cosas no abundan. Eso sí, cuando me sale no me reconoce ni mi padre. Así de bien guardadita tengo yo mi esencia. Es como la de los perfumes, cara, exquisita, se expende en pequeñas cantidades y sólo para quién sabe valorarla. He de reconocer que alguna vez la he regalado _aunque sea brevemente_ a la persona equivocada, pero es parte del aprendizaje. En fin, qué vamos a hacerle...

Llueve y llueve. Qué feo es el invierno del norte. Cómo me gusta la luz, el sol. El frío sólo está bien para pasarlo entre unos cálidos brazos que sepan a cosas ricas: a fresco, a dulce, a sal, a agua, a seda. Para todo lo demás, un rollo. Ahora mismo me apetece muchísimo enrollarme alrededor de unos brazos suaves y fuertes, calurosos y húmedos, delicados y bruscos.

A cambio, una mantita, pereza, agua fría de la calle y mis propios brazos.

Tan frágiles, tan suaves, tan solos.

miércoles, enero 17, 2007

Alas cortadas

Qué día tan extraño el de ayer. En mi cumpleaños recibí un sorprendente sms de la nueva pareja de mi ex. Me felicitaba y me decía que esperaba que, a mi vuelta, pudiesemos "normalizar" nuestra relación. No sabría decir en qué sentido no es normal (yo soy muy bien educada aquí donde me veis) pero le contesté en el mismo tono: dándole las gracias por las felicitaciones y aclarando que cualquier cosa que mejore la situación de cara a los niños, para mí está bien.

Tras dejarme el corazón partío en Málaga, me fui directamente a recoger a los niños al pueblo en el que ahora vive el padre. Me dijo que subiese. Me recibió su chica hecha un brazo de mar: minifalda vaquera cortísima, maquilladita y con el pelo recién lavado. Muy mona, la verdad. En fin, que me senté, charlamos, cogí al bebé y me sentí a gusto. Realmente parece una mujer encantadora y así se lo dije.

La historia de cómo se conocieron no puede ser más surrealista. Yo pensaba que por internet pero no, ha sido peor. Resulta que uno de los grandes amigos de él desde la Universidad vino a visitarle desde Madrid con su pareja de ocho años... Durante un mes se escribieron con la disculpa de publicarle un libro y tal. Ella vino para aclararse un fin de semana y no volvió. Llamó para dejar el trabajo, a su pareja y todo atrás.

No quiero pensar en lo que habrá sufrido ese chico. Ni qué clase de charla le habrá dado mi ex a esta chica. Le conozco y sé que es un encantador de serpientes pero no hasta este extremo. En fin, no me voy a meter a juzgar. Ella me gusta al trato y es buena con mis hijos. Creo que si yo fuese mi ex jamás aceptaría meter en mi casa a la mujer de un gran amigo, quisiese ella lo que quisiese... pero él ya tiene pocos escrúpulos o yo estoy muy anticuada, no lo sé.

Sin embargo, sí envidié de ella esa fuerza y esa libertad (aún cuando piense que sigue siendo una locura) para ir y tomar lo que deseaba. Una vida fuera de un Madrid que la ahogaba y una pareja que, por lo que se ve, para ella está genial. Me encantaría tener la posibilidad, el valor y la persona que me hiciesen volar a su lado. Encontrar a alguien que esté dispuesto a arriesgarse a disfrutar de la vida conmigo, sin más. Me parecería fascinante que alguien quisiese darle la vuelta a mi existencia, me arrastrase y poder decirle, como ella hizo, a las cuatro de la mañana del día de su marcha que ya no se iba. Y que esa persona quiera que me quede.

Dudo que a mí me ocurra nunca y no querría que me sucediese con alguien como mi ex por cosas que yo conozco y con toda seguridad ella no. Pero poder llevar el corazón al viento sin que lo golpeen debe ser una sensación inigualable.

Echo de menos a ese ser cuasi alado que me tome de la mano, que quiera pasar la tarde conmigo, que venga con mis amigos y forme parte de ellos, que me bese sin ningún motivo a cualquier hora del día sin afán sexual. En fin, echo de menos el amor, creo. Y no´sé cómo se puede añorar lo que nunca se ha tenido al cien por cien pero, por momentos, quisiera que alguien me gritase: "Ven".

E irme con él sin mirar atrás.

martes, enero 16, 2007

Encantamiento andalusí

Finalmente, del modo más rocambolesco, pude reunirme con mi Sonia en Málaga. Ha sido de locos, sin dormir, decidiendo salir y hacer maletas a la una de la madrugada para estar en el aeropuerto a las cinco y, por fin, a todo correr, besando el suelo de Al Andalus.

Y acabo de regresar. Y nunca con menos ganas. Me enamorado del plato del monte, del pescaíto frito, del gracejo y la compañía de una hermana. Me he sentido en casa, como si fuese mi lugar. Un maravilloso clima, una gran amiga, nuevas caras acogedoras y una renovada capacidad para soñar con una vida mejor. Una vida mejor que, muy probablemente no me corresponde, pero ¡Es tan bello conservar la capacidad de soñar!

Esa devastadora luz del sur enamora a los habitantes de las tierras oscuras. La vida en la calle, la expresividad de sus gentes, las ganas de vivir. Me he dejado, como no, otro cachito de corazón allá, repartido entre varias personas que esperon no desaparezcan de mi vida para siempre.

Me ha fascinado sentirme amiga, mujer, hermana, persona, querida. También deseada y apreciada. Digna de ser tenida en cuenta para mucho más que el sexo. Por supuesto, bien lejos, para que la sensación dure poco, claro está.

Me he encontrado tan cómoda que no se podía creer. He tapeado y bebido hasta no poder más y sin ningún interés en hacer mucho más que escuchar a mi niña, a los nuevos amigos y ver sus hermosos zapatitos que se compró con la ilusión de una Carrie Bradshow cualquiera.

Me han abrazado como en pocos sitios, hemos saltado de piedra en piedra de madrugada. Me han galanteado, me han cuidado, me han mimado. Hacía tiempo que yo no estaba tan cerca de todo lo que tanto echo de menos y que sólo he tenido a retazos.

Estoy de vuelta y deseando volver. Con la sensación de que mi casa sí que puede ser otro lugar. Con un clima que me fascina y con estupendos amigos al alcance de la mano. Un lugar para disfrutar de la vida, para soñar y, quién sabe, incluso para amar.

Pero la realidad se impone. De vuelta a casa, comienzo a trabajar (buena cosa) y a la cotidianeidad. Nada de abrazos, de mimos ni de calorcito. Simplemente, la cruda realidad.

No podría ser de otro modo... ¿o sí?

jueves, enero 11, 2007

Flores para una ninfa

Hace unos días me regalaron un ramo de flores. Me quedé petrificada. No fue un impulso de desodorante, creo, pero sí un detalle precioso. He recibido muchos ramos de flores desde que cumplí los dieciocho y ninguno desde que me separé. Siempre me han fascinado las flores pero mucho más todo lo que conlleva un ramo: la atención, el detalle, el esfuerzo, el interés.

Mi compañero de piso, como siempre, diverge de mi opinión. Nuestras visiones de la galantería son diametralmente opuestas. Según él, ya no se lleva. Esto es cierto. Ya no se lleva que los hombres sean galantes, que inviten, que te cedan el paso o que te envíen flores. Pero eso no significa que a las mujeres no nos guste. Más bien que nos resignamos ante la más que preocupantre y creciente desidia masculina a la hora de hacernos sentir femeninas y deseables.

Ahora, eres deseable una noche de copas, con un buen escote y pocos prejuicios. Y aún así, unas cuantas veces tenemos que tomar la iniciativa porque el personal no se atreve ni a decir "hola". No es que esté en contra de dar el primer paso _bien al contrario, me gusta hacerlo, es mi naturaleza guerrera_ pero sí es triste que haya que hacerlo casi siempre porque los individuos que planean por la ciudad parecen haber perdido todos los sentidos: vista, oído, gusto, olfato y tacto. Y es una lástima.

Mi amigo pertenece al grupo de los que esperan más bien que se lo den todo hecho. Otro punto de divergencia, claro. Según él, "también" tenemos que iniciarlo todo nosotras. Esto suena bien si no fuese porque, en el fondo él, como muchos otros, espera que lo hagamos sólo desde este lado.

Cuando conozco un hombre y se queja de que no llamo _es verdad, soy muy reticente a llamar por teléfono a casi nadie_ o que no doy demasiado pie, le recuerdo que a mí me gustan los chicos que "se lo curran". Literalmente. La única persona con la que tuve algo parecido a una relación tras separarme me ganó porque me llamaba, me traía cosas que me gustan, me decía cosas bonitas, sentía que estaba pendiente de mí. No tenía que adivinar si se sentía atraído o si deseaba verme. Era más que evidente. Y cada día que pasaba a mi lado se lo había ganado a pulso. Y, a lo tonto, fue el que más cerca estuvo de tenerme.

Me cuesta mucho sentirme libre para llamar a alguien que me gusta. Tal y como están las cosas nunca sabes si se siente presionado o halagado. Si está contento o pierde el interés porque supravalora tu llamada. Sí sé que ahora ellos están igual. Con los sms ya no te llama nadie. Como dice otro amigo, el sms es lo más seguro, puedes pensar la respuesta y no te mojas. Por supuesto hablaba de rollos sexuales (¿Existe otra cosa hoy en día sino?). Un auténtico maestro dando consejos de cómo ser un golfo pero sintiéndose "bueno". Conste que yo estoy más que a favor de que seamos todos unos disipados cuando nos da la gana pero no quita de que considere que todo cansa y que hay un momento, una edad y una persona para cada situación.

La cuestión es que mi precioso ramo me retrotrajo a tiempos pasados. Cuando un chico demostraba algo más que ganas de llevarte a la cama invirtiendo algo de dinero y de ilusión en tu persona. Cuando apreciaban mucho más que un cuerpo atractivo y no lo cambiaban por una mente lúcida. Cuando querían llevarme de la mano por la calle para presumir de mujer y disfrutar a mi lado de viajes, fiestas, amigos. Cuando sabías, desde el principio, que esa persona quería "algo contigo" (como la canción de Manzanero) y que ese "algo" implicaba un sentimiento, una emoción, una aspiración de continuidad.

Un detalle hermoso. Por él mismo y por todo lo que ha traído consigo.

Flores para una ninfa loca.

miércoles, enero 10, 2007

En la berza cósmica

Tengo puesto de trabajo. Lo extraño es que no estoy contenta como imaginaba. Estoy más bien alelada, como si no fuese conmigo. Supongo que tanto tiempo de proyectos que se han ido al garete me han convertido en una criatura desconfiada. No será un trabajo con mucha proyección pero es periodístico y me da tiempo a continuar la búsqueda.

Sin embargo, nada. No me encuentro bien. Supongo que la actitud de mi ex no ayuda mucho y que ando como un poco en las nubes. Espero que en cuanto me ponga a trabajar pueda rendir como es debido y volver a tener la sensación de ser una "pofesional".

Aquí llega el punto en que quiero escribir y no sé sobre qué. Por cierto, no os conté que la famosa vieja del tirón de pelos salió culpable en la vía penal. Ha recurrido y yo ya no tengo interés en seguir adelante pero es toda una victoria moral. Al menos, se lo pensará un poco antes de agredir a su próxima víctima.

Estoy pensando seriamente en comprar una tarta para soplar LA VELA (nada de números, por Dios, yo soy de letras...) con los niños. Nunca lo he celebrado con ellos, seguramente les hará ilusión y, puesto que no podremos salir, pues no se consuela quien no quiere.

Mi principal disgusto ahora es que no recuperaré el dinero del vuelo del viaje y eso sí que es fastidiado. Estos seguros de anulación son un cuento, la verdad. Estoy por regalarle el viaje a alguien por aquí pero ni siquiera tengo a nadie que vaya a ir. Maldita la gracia que me hace regalarle dinero a Iberia.

Así que, si no soluciono en un tiempo récord, ofrezco a buen precio fin de semana en Málaga para personas dinámicas y con ganas de pasear por la playa a los veinte estupendos grados que tienen ahora allí. Al menos que lo disfrute alguien, digo yo.

Bueno, ahora estoy fastidiada por perder el dinero. Tendré que hacer algo para que se me pase pero no puedo ir de rebajas para acabar de rematarla... ¡Cachis!

A ver si me pongo positiva que yo estaba de un humor excelente este comienzo de año. Más se perdió en la guerra de Cuba, dicen... Así que nada, resignación y a tirar dinero, que estoy forrada...

Por cierto, se admiten propuestas de temas que cuando estoy baja no produzco gran cosa.

¡A ver lo que me dura el luto!

martes, enero 09, 2007

Chica lista

Qué desilusión. Mira que tengo mala suerte. No voy a Málaga y ya veremos si recupero el dinero de los vuelos. Mi ex dice que no se los puede quedar ese día y yo compuesta y sin viaje.

Así que pasaré mi cumpleaños como es costumbre: sola, disgustada y sin celebraciones. Vaya peste.

Con este ánimo sombrío no sé muy bien en qué onda perderme. He visto en la tele que la chica ésta que habían detenido en México de vacaciones no ha perdido el tiempo y ha salido en top less en Interviú. Eso se llama sacarle partido a la desgracia y lo demás son chorradas.

Salía una defendiéndola diciendo que la criatura tiene que pagar muchas cosas del juicio y tal. Lo que es seguro es que tiene que pagar las prótesis nuevas porque la muchacha en su luna de miel no tenía tetas y en Interviú va sobradísima. Verdaderamente, hay que reconocer que es lista.

El problema es que de heroína nacional ha pasado a zorrón hispánico con el posado. Lo cierto es que después de una experiencia tan traumática como la vivida en el país sudamericano la gente de a pie queremos pasar a la historia y volver al anonimato. A la nena le ha gustado la fama.

De aquí a Salsa Rosa pasando por caja y a darle leches a la cámara como la Obregón, un paso. El novio ése con cara de paspán galaico que tiene (bueno, marido) le va a durar dos telediarios en cuanto se conecte a la máquina de la verdad.

Es obvio que todo el mundo tiene un precio. Es fácil criticar pero habría que verse delante de una oferta millonaria por unas fotitos de nada. A mí no me gustaría verme en todos los escaparates pero si lo hacemos gratis en la playa... No sé. El caso es que la joven ha pasado de dar pena y de tener el apoyo del vulgo a dar mal rollo y ofrecer imagen de oportunista.

La gente que la ha apoyado económicamente cuando estaba encerrada reclama su dinero, ya que la joven sí ha sacado tajada. Y en su pueblo _que es un sitio pequeño en Pontevedra_ creo que se suben por las paredes. Imaginaos un lugar del rural que se hace famoso por la pobre víctima y
a los lugareños emboinados mirando lascivamente a la "desgraciada" criatura. Vivir para ver.

Creo que voy a abandonar las letras hoy. Es un mal día. Estoy fastidiada. Tampoco es tan grave pero nunca hago grandes planes y éste ha sido un palo también económico. Pero mi total ausencia de chispa traspasa la pantalla así que intentaré subir un poco el ánimo y ya es recrearé con alguna de mis chorradas. Hoy he hablado de una chica lista y una tonta. Está claro que la lista no soy yo.

Porca miseria

domingo, enero 07, 2007

Ninfa's party

Estoy muerta. En pleno día después de la ninfa's party. Entre las pocas horas dormidas, el ajetreo de los Reyes con los niños, vuelta al molino a recoger, vuelta a casa a recibir amigos y preparar el visionado de unos vídeos para un trabajo, no puedo con mi alma.

Recapitulemos. La fiesta fue curiosa. Yo me lo pasé bien y los grupos que se crearon _debido a la manifiesta incapacidad de relacionarse de algunos_ hicieron también balance positivo.

Como era de esperar, las parejas estuvieron más apalancadillas. Es lo habitual, entre bebés, embarazos y vida monacal, se les acaban las pilas rápidamente. Pero, al menos, los saqué de casa porque algunos de ellos no salen ni a tomar el fresco.

Me fallaron dos antiguas y divertidísimas amigas, algún eskirol y poco más. El entorno no podía ser más atractivo: un precioso molino de agua antiguo, rodeado de 6.000 metros de zonas verdes y con todas las comodidades: hasta una muela de molino para el momento go-go de algunos (está bien, confieso, yo también me subí a hacer el chorra y mover el esqueleto con mi primo que además de guapo es un cachondo).

Casi todos eran amigos de tiempo ha, con excepción de un grupete de chicos que trajo un amiguete mío. Según me contó, traían muchas expectativas de índole de cacería pero, al margen del atractivo de las mozas invitadas, con esa actitud deben tener serios problemas para pillar cacho...

Al rato de llegar, todos metidos en la cocina sin salir de allí para nada. Ni relacionarse con el resto de la gente, que se acercó y intentó ser comunicativa. Nada. Ya le llamábamos la zona de fiesta gay y, a pesar de ir a canearlos de vez en cuando, se dedicaron en cuerpo y alma a hablar de sabe Dios qué y cerrarse en banda. Un cursillo de protocolo para todos éstos.

Lo curioso es que charlando con ellos eran majos pero no hubo manera humana de que se relacionasen. Dos salvedades: un hombre elegante donde los haya y otro más joven de cacería. Y el resto. En fin, yo me divertí. Bebí, bailé, lucí modelito, me reí con primos, amigos y conocidos e hice algo diferente.

A eso de las cuatro tocó tocata y fuga al pub de moda y por allá nos perdimos. Copas, bailecitos, desbarre y suma y sigue a otro local. Ahí me encontré con admiradores recientes y amigos de hace veinte años _de los pocos que sigue pareciendo un chaval con el paso del tiempo_. Intercambios de teléfonos y promesas de llamadas. Presumí un poco de cumplir tantos con buen aspecto y sentí alguna punzada desagradable con comentarios que escuché. Desagradable porque eran de una chica que conocía de vista y referencias y porque eso de "yo me la follé" me dio mucho repelús.

Todos nos exponemos ahora con el sexo sin compromiso a ser carne de ese tipo de comentarios. Pero una cosa es que entre amigos usemos un lenguaje más o menos directo y, otra, que puedas escuchar esa forma de hablar de una chica. No puedo evitar ponerme en el lugar. Seguro que es lo mismito que alguno dice de mí pero me parece feísimo decirle a una mujer sobre otra que "yo me la follé". Me horroriza que alguien me vea y desprecie mi persona para hacer referencias como esas hacia mí. O hacia quien sea. Curso de caballerosidad para estos otros. No comentar detalles sobre la vida sexual siempre es un signo de clase.

Supongo que cuesta asumir el hecho de entrar a formar parte de los trofeos de caza de los tipos de la noche como si fueses una vulgar cabeza de ganado. Una siempre tiene la esperanza de que formar parte de las afortunadas a los que se les valora como algo más que un cuerpo pero yo tengo todos los números para que no sea así.

De todos modos, con sensación agridulce, el final de la noche fue agradable y eso que no lo veía yo nada claro. Mi prima se esfumó con esos ramalazos raros que la caracterizan pero, qué vamos a hacerle, yo la quiero y con los que quiero soy permisiva. Con los que no, mucho más, que les den.

Tuve oportunidad de conocer a una chica encantadora que llegó a mí a través del mundo del blog. Perfecta integrándose, simpática, alegre y con ganas de divertirse. Creo que vamos a formar un buen equipo en cuanto nos conozcamos un poco más. Un encanto, todos hablaron de su facilidad para charlar con todos, lo abierta y lo simpática. Un diez, Chelo.

Mañana entrevista para posible trabajo (ya veremos) y a ver qué pasa en los días venideros. Si me notáis algo mustia no es por la fiesta, lo pasé de coña, pero estoy hecha una pena, penita, pena.

Y mi viaje a Málaga en el aire... Joooooo!!

A ver qué me cuentan mañana.

viernes, enero 05, 2007

Adaptación al medio

Y allá va la noche de Reyes y con ella las Navidades. Descansen en paz. Otras menos. El broche de oro lo pondré esta noche con mi fiestuqui. Será el comienzo oficial de mi nuevo año (aunque ya me he regalado esta semana de cachondeo, exaltación de la amistad, del buen beber y lo que se tercie).

Aún no le he dicho a mi ex que tiene que quedarse con los peques el jueves noche porque me voy a vivir la vida loca a Málaga. Si es que no me hago a la idea de irme al calorcito, a absorber sesión intensiva de Sonia y pasarnos el puente de fiesta en fiesta. Que me muero de ganas, vamos.

Tengo prometidas tres noches de salida salvaje y la del domingo a mi elección. Lo vamos a dejar para ver en qué estado me hallo para entonces. Para ir haciendo boca, la sin par malagueña me ha enviado ya foticos de guapos mozos a los que me está "promocionando" (literal). Ahí la tenía a ella diciendo: "Mira, si éste no te tira los trastos a la hora y te invita a su casa a ver una peli acurrucaícos es que ya no sé nada de los hombres". "Fulano y zutano, de la pandilla de ingenieros, médicos y tal, están ya salivando con tu visita. Expectantes los tengo".

¡Qué gracia! Esto de ir en plan estrellita invitada tiene un morbo añadido. A todas nos gustan que nos hagan la ola y, la verdad, los gallegos son tan sosos que me da la impresión de que el gracejo andalúz me va a cautivar. Si a eso añadimos el buen tiempo, ropita sexy y que mi cumpleaños cae en el medio y medio, las expectativas no pueden ser mejores...

Por otro lado, he pasado unas dos horas hablando con una persona especial, diferente. Me he sentido cómoda, a gusto, un placer de esos míos que aprovecho a conciencia. Hemos dejado el teléfono ardiendo (en el mejor sentido, no adelantemos acontecimientos, que hay mucha mente enferma por ahí), nos hemos contado miles de cosas en un tiempo récord. Le he parecido una loca _mi faceta más extrovertida me convierte en un sainete hablante pero cuando me pongo seria soy muy sensata aunque muchos no lo crean_ pero creo que una loca simpática.

El otro extremo era el interlocutor. Transmite tranquilidad, una mesura sedante, dulce, de buena gente. No parece un hombre en edad de merecer con todas las manías propias de los tipos en esta etapa. Al menos no es el discurso de siempre: "No pareja, mi vida solitaria es maravillosa, mi trabajo lo es todo y las mujeres muy monas para lo que servís" (es la versión clarificada de la parrafada habitual).

Le contaba mi visión sobre esta situación de posado permanente en que nos encontramos los treintañeros libres y separados. Fatigosa, aburrida y en la que todos andamos algo perdidos. Creo que los hombres, que disfrutan creyendo que están felicísimos haciendo el chorra, lo están más. Y nosotras, desde que les seguimos la corriente, nos estamos volviendo más chifladas de lo que nuestra naturaleza femenina ya conlleva.

A veces parece un juego divertido. En realidad es estúpido pero acabamos todos y todas pasando por el aro. ¿Qué vamos a hacer? No hay príncipes, una mujer adulta lo sabe, así que hay que elegir entre meterse monja o besar sapos de vez en cuando. Eso sí, hay que cambiar de sapo o darse un descanso entre batracio y batracio cuando el veneno que tienen en la piel empiece a provocar el inevitable sarpullido.

Algunos sapos saben ricos. Otros no saben a nada. En cualquier caso, nunca debes olvidar que son sapos. Y cuanto más los beses más sapos son. Me gustaría saber quién fue el desgraciado _era un hombre, seguro_ que se inventó el cuento de la transformación.

A estas alturas del partido nadie cambia. Yo no busco retos en hacer de lo mediocre otra cosa que lo que es. A lo sumo, me doy permiso para ser mediocre sintiendo, follando o alternando, porque de nada vale buscar milagros.

Ni siquiera el día de Reyes. Que bien podría haber sido mi día.

De todos modos, mi día siempre está por llegar. Y de hecho, el día llega y lo vivo con toda la piel, la fuerza y la curiosidad de los recién llegados.

Ventajas del punto de locura salvador de las Ninfas.

jueves, enero 04, 2007

Sexo y chocolate

Estoy como una moto. De verdad, ansiosa perdida. Llevo una semana de cachondeo permanente (esta noche sumo y sigo)y ahora me estoy atiborrando a chocolate. Dicen que es el mejor sustituto del sexo. Personalmente, creo que NADA puede sustituir al buen sexo. Por eso, podríamos decir que, como mucho, "consuela" por la ausencia de éste. Es una opinión.

De todos modos, he visto que mis dos adicciones, la coca-cola y el chocolate empastan perfectamente. El sexo sólo empasta así con confianza, química y la persona adecuada. Y no puedes tenerlo con la comodidad y ausencia de dependencia de la coca cola y el chocolate. Así que, a falta de sexo, buenas son adicciones.

Seguramente nunca he contado lo morbosa que soy. Está claro que el concepto del morbo es diferente en cada persona. Por ejemplo, considero que las fantasías más mórbidas pierden al hacerlas realidad. Una fantasía tiene elementos que la realidad convierte en burdas o, simplemente, dejan de ser atractivas. Sin embargo, me encanta jugar a todo lo que la complicidad permita.

En una conversación reciente, un amigo me comentaba que había cosas en las que se contiene en sus relaciones sexuales por "respeto". A mí me choca esta visión. Quiero decir, cuando existe la química, complicidad y confianza adecuadas, habiendo acuerdo nada puede ser sucio o despectivo. Es pública y notoria la atracción que muchos hombres tienen por ciertas actitudes de sometimiento en las mujeres durante el sexo pero que creen irrespetuosas. Tal vez se sorprenderían con la respuesta de una buena pareja sexual.

Cierto es que todos tenemos tabúes y preferencias pero, sin lugar a dudas, cuanto más se enfrenta uno a lo prohibido más fácil, satisfactorio e íntimo es el intercambio.

Sí es verdad que hay actitudes y juegos que sólo puedes o quieres practicar en relaciones especiales. Yo lo decido así. Hay cosas que haría por alguien con quien tengo algo bello y no con el sexo ocasional. No por moralidad, simplemente, hay actos que sólo practico para satisfacer a mi pareja, me gusten o no, porque quiero darle ese algo especial. Y espero lo mismo.

Aún me quedan prácticas que no he realizado a la espera de que alguien que me llene física y psíquicamente me las haga desear y sentir que quiero que él sea el primero y, a veces, hasta el único. Algo de tinte romántico y un poco estúpido pero, después de todo, no se puede ser calculadora ininterrumpidamente.

Siempre marco una gran diferencia entre hacer el amor y follar. Me encanta hacer el amor. También follar pero, claro, es diferente. No dedico el mismo tiempo a acariciar, besar, incluso mimar el cuerpo de un lío que el de alguien que me gusta de veras. Si ese sentimiento se incrementa, las sensaciones mejoran de modo extraordinario. Te sueltas, eres menos cobarde, no temes abrazar y que sea mentira. Que te digan cosas bonitas al terminar, que el abrazo posterior sea pura paz. Pero pasa poco. Cada vez soy más precavida. No tengo interés en sufrir pero he de admitir que para poder sentir hay que arriesgarse. La eterna duda.

Me encanta ser mala, poner celosas a mis rivales, que ellas me pongan celosa a mí (no encuentro un afrodisíaco mejor que una mujer tonteando con mi hombre. Me vuelve loca saber que ella se muere de ganas por un objeto de deseo que me pertenece...). Obviamente, hay un montón de cuestiones pecaminosas que me chiflan que no voy a exponer aquí _cotillas_. Pero sí tengo manifiestamente claro que enfrentarme a la visión del pecado realizando todo aquello que mi madre y la Iglesia me reprobarían por siempre jamás es lo mejor que he podido hacer por el bien de mi sexualidad.

La treintena es ciertamente una época sin igual para disfrutar del sexo entre las féminas. Sabemos lo que queremos, aceptamos nuestro cuerpo, nos gustamos más, sabemos qué queremos en la cama y fuera de ella y cómo conseguirlo. Sinceramente, creo que el peso específico de la edad es fundamental para un buen sexo y una buena vida. Cosas que han de ir estrechamente unidas para que este extraño camino por la Tierra tenga algún sentido. O alguna compensación, quién sabe.

Me he pasado la práctica totalidad de mi vida buscando defectos a mi cuerpo, a mi cara, considerando que sólo la perfección es belleza. Sigo siendo bastante purista pero dentro de mi terapia está el quererme mucho. Me gusto más ahora a pesar de que no tengo 18 años. Sé aceptar un piropo sin empezar a recordar lo feas que son mis manos o lo torpona que acostumbro a ser en la mesa. Si me dicen que soy bonita _como ha hecho un chico encantador que conocí hace poco_ respondo con la mejor de mis sonrisas y lo agradezco recordando lo fantástico que es que queden algunos, pocos, hombres galantes. Me perdono por no tener la barriga absolutamente plana que quisiera, por no ser más alta, por no tener una voz bonita y no servir para las matemáticas.

Soy chulilla, es mi manera de defenderme. Lo practico tanto que ya sólo los que me conocen bien saben que estoy bromeando. Que me valoro porque si no no hubiese salido adelante y porque está bien hacerlo. No hay nada de malo en querer lo que nos ha tocado. Ser atractiva no es un mérito, es una suerte. Pero para algo que te toca en suerte, no has de pasarte la vida castigándote por ello. Yo lo hice un montón de años. No hace falta ser una belleza (yo no lo soy) para gustarse. Eso sí, hay que cuidar muy bien el interior porque esa belleza sí es mérito propio.

Y no tiene fecha de caducidad como una piel bonita.

miércoles, enero 03, 2007

Hablar por hablar

He abierto el ordenador. Lo he vuelto a cerrar. He vuelto a abrirlo. Ni idea sobre qué escribir pero es que tengo la necesidad de hacerlo. Mi personalidad compulsiva le gana la partida a mi férreo autocontrol a veces.

Ayer estuve de vinos con una amiga mía. Me regaló por mi cumpleaños un precioso reloj de plata con diseño tipo pulsera, como a mí me gustan. Muy por encima de sus posibilidades económicas y muy al nivel de lo estupenda que es. Nos corrimos una buena juerga a base de riberitas del Duero, algo de comer (poco), tontear con camareros guapos y seduciendo carrozas borrachos que era todo lo que había por ahí en la fría noche del martes. Nos reímos mucho, me tiré la comida por encima (como siempre), me tiró el vino encima (como siempre) y disfrutamos de un día que yo decidí desde que me levanté que sería redondo y así fue.

He hablado con mi madre esta mañana. Tiene la sana costumbre de contarme las batallas de mis no-hermanos (Esos impresentables que hace años que no veo) a pesar de que sabe que no quiero ni oír sus nombres. Es su personalidad dual: por un lado buena, paciente y por el otro cizañosa. Menos mal que yo ya paso de todo. Es lo mejor de ir cumpliendo años, que ya sabes filtrar y no entrar al trapo de chorradas.

Estoy muerta de la curiosidad (es que soy muy cotilla conmigo misma) por saber quién diablos puede ser ese anónimo que dice apreciarme muchísimo más de lo que imagino y no se atreve a decírmelo. A ver si va a estar por ahí el amor de mi vida y yo sin enterarme. Sería una pena, leñe.

Luego existen lobos hechizados que dicen que no me nominan y que todo depende de mí. Me pierdo con estos animalitos. Tanto cuidado tenemos unos y otros en no mojarnos que, a día de hoy, cuando tengo algo con un hombre, lo primero es que no sé si lo tengo. Tampoco sé definir "algo" (una aventura, sólo sexo, atracción con posibilidades, atracción sin posibilidades, me gustas-te gusto pero nada más, nos encantamos y entonces ¿por qué no?). No sabes si has de dar pasos adelante o atrás. No sabes lo que quiere porque nadie dice nada, no vaya a ser.

Qué lata. ¿Por qué no seremos todos (y me incluyo) menos cobardes? ¿Por miedo a perder lo poco que NO tenemos?

Tengo que reconocer que me aburren los juegos de despiste. Soy asquerosamente clara. Por eso mi amiga Ana me dice que, a pesear de sus enseñanzas, nunca seré una buena calientapollas (entre otras cosas, porque yo consumo...). Que tengo que aprender a cerrar la boca (para hablar, haced el favor de no ser cochinos), sonreír y ser cínica. Pero no me sale. Que me muerda la lengua (¡no puedo, coño, que me enveneno!) y que me haga la interesante. Debería ser interesante sin hacer tonterías, creo yo.

¿He dicho ya que padezco falta de mimos? Bueno, pues insisto, que necesito unos pocos mimos, que hace mucho que no me lo permito. Por de pronto, hoy se los daré a mis chiquitillos, que me los llevo toda la tarde por ahí a disfrutar un poquito.

Si consigo lugar, haré una fiestuqui de cumpleaños, si no, pues un vino a todo el que lo quiera tomar y listo. No sé por qué me ha dado este año por celebrarlo. Puesto que pasándolo fatal el día en cuestión no exorcizo mis demonios, voy a ver si me lo paso de muerte. Estoy pensando en invitar chicos de modo que la proporción sea beneficiosa para mí (o sea, muchos más que nenas) pero a ver, todo se andará.

Ya veis que estoy superficial como un ser feliz y vulgar. Así es como más me convendría ser. Feliz, vulgar no, gracias.

Creo que, por hoy, no voy a desbarrar más. Me pido para mi cumple una noche de diversión en el más amplio sentido de la palabra (aviso a navegantes...), reunir a mis amigos para celebrar que lo somos y que no llueva. Todo no será pero no es tanto pedir.

Digo yo.

lunes, enero 01, 2007

Con buen pie

Menos mal. Otro Fin de Año más al que he sobrevivido. A trancas y a barrancas, como es mi sino, pero prueba superada.

La noche fue rara, sin duda. Agridulce. Por un lado bien: me puse uno de mis vestiditos más elegantes y sexies, unas medias chupis con lacito provocativo que se cayó a primeras de cambio, cena de copete de la mano de mi prima en su precioso y reluciente pisazo, uvas con mi familia cubana, vuelta, dos cervezas y... ¡PREMIO! Fin de la noche por contigencias comunes. Así que a las tres y media me tocó retirarme sin darme tiempo ni a que mi esmerado maquillaje de macizan girl churretease un poco por el sudor, el humo y el alcohol. Me volví perfecta para casa. Y me lo estaba pasando bien. Si es que lo mío con esta fecha es de traca.

A pesar de haber algún guapo candidato a caballero andante en la noche opté por recogerme de capa caída con la asquerosa lluvia que caracteriza esta fiesta en Galicia (hoy hace un sol de escándalo, hay que joderse...) y a casita. Un poco de tele, otro de música y, a las mil, eso sí, a dormir.

De cualquier modo, el día comenzó con sorpresas y, para variar, agradables. Decidí romper alguna de mis doctas normas de conducta y ser práctica. Hay que decir que alguien se salvó _de momento_ de la primera fase de exterminio de números sobrantes en mi agenda. Salvado por la campana y por haber estado fino. Pero sigues nominado, al igual que yo, probablemente.

Me levanté tarde aunque podría haberme pasado el día en la cama sin el menor problema pero esta gozosa desidia no podía durar eternamente. Me hice mi delicioso pollo de Año Nuevo precocinado sola (que no en soledad, la casa para mí en exclusiva tiene, a veces, un encanto sin igual), tomé posesión del salón y recibí un muy agradable sms de mi futurible jefe en el que me deseaba feliz año nuevo y que pronto pudiese invitarle a una carísima mariscada. Yo quiero lo mismo que él, me hizo sentir bien nada más comenzar el día.

Después me senté y vi un largometraje que me llenó de buenas vibraciones: El Rey Pescador. A pesar de ser conocidísima yo nunca la había visto. Qué gran película. Me dejó un poso de humanidad y esperanza. Claro, una peli nada más pero !qué sensación tan embriagadora! Con final feliz, como debe ser. Y empalmo con Cuatro Bodas y un Funeral. Otro final feliz. Heterodoxo, como yo. ¡No hay que perder la ilusión!

He recibido críticas de un recién llegado "advenedizo" a mi blog (lo digo para picar, todavía me cae bien, pero sé que lo va a leer). Dice que soy negativa, que me pongo muy tremenda y que tengo que escribir cosas más entretenidas. Ya le he dicho que no ha leído todo y hay cosas muy variadas. Según él, me he creado un club de plañideras y me dado una serie de clases sobre cómo ha de ser mi "nuevo estilo".

En fin, para metiches graciosos, decir que yo escribo según lo que siento y cómo me siento. Desde mi punto de vista, hablar de cosas tristes no es ser triste. Yo me enfrento a mis miserias escribiéndolas. Que alguien las lea o no es accesorio. No busco reconocimiento _aunque me agrada, soy humana y vanidosa como la que más_, me busco a mí misma. Unas veces hago cosas livianas porque lo estoy y me apetece y, otras, desempolvo viejos fantasmas. Todo ello me hace sentir bien, popular o no.

Desde luego, prefiero ser amena y feliz pero para ello también hace falta alguna ayudita externa. De todos modos, hoy me siento bien. He empezado el año de buen humor que no es poco.

Como guinda, me he autorregalado un viajecito a Málaga de cuatro días para disfrutar de la vida con la sin par andaluza y amigua que me visitó en diciembre y que ha prometido presentarme a toda una batería de apuestos y bien situados galanes ansiosos de conocerme. Dado que he tenido unos ingresillos extra y no pensaba hacer nada por mí misma, celebraré mi cumpleaños al calorcito _el 13 de enero tendré un año menos... de vida_ y, metida ya en la locura total, lo haré también en Santiago el día de Reyes o al siguiente.

Llevo unos tres años sin celebrarlo así que... ¡vamos a romper la racha!

Feliz primer año del resto de mi vida.